Lo que sé por la madrugada de mí, es lo que sueño antes de despertarme. Abro mis ojos y estás. Los cierro y también estás. Pero cuando quiero abrazarte es cuando me despierto. Cuando sueño contigo, siempre me acuerdo de tu sala y olor a tierra mojada. Pero estos dos días que te he visto en mi cabeza, no he visto tu sala ni tampoco he olido la tierra. ¿Dónde descansan los recuerdos cuando no se los piensa? Al final es lo mismo que veo. Tu rostro en primer plano y tu boca, tu boca que se mueve con un mensaje espeso que no puedo descifrar, no tienes voz, pero entiendo, que debo leer tus labios, que tienes un mensaje. No eres un fantasma, porque no siento miedo, pero qué es sentir miedo en el mundo onírico, sino es más que un sentimiento extraño, indómito, desconocido. Yo no sentía nada de eso, sentía amor, calidez, esperanza. Te extraño. Lo he pensado tantas veces, pero no puedo aceptarlo, no puedo porque cuando me dejaste, lo hiciste por ella, por esa mujer piel morena de cabello...