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Mostrando entradas de 2019

Sol de la edad

El sol de la edad te llega cuando más lo necesitas y es cuando menos lo quieres. A veces, huyes, pero te busca hasta alcanzarte. Te atrapa y no te suelta hasta que te tranquilices. El sol de la edad empieza a oscurecerte, sí, le temes, pero como te dije te encuentra y te transforma. El sol de la edad es así, te atormenta antes de calmarte. Te duele antes de aliviarte. Pero es necesario y no lo entiendes hasta que estas en medio de todo ese huracán.  Yo tengo el sol de la edad, no la quiero aún, confieso, pero tampoco se va a ir, es como un  Sin Cara de El viaje de Chihiro, que cuando le haces algo bueno, debe hasta el final agradecerte, aunque sea por las malas.  El sol de la edad es eso que, al inicio cuando duermes te despierta a media noche, te oprime el pecho y te hace saltar. El sol de la edad, es así al inicio, pero luego va cambiando. Te gusta, lo disfrutas, aprovechas cada momento a su lado, hasta que por fin das ese paso para no volver.  El sol de la edad te hace

No es lo que parece

No me atormentan los fantasmas del pasado de mi ex. Nunca fue lo suficientemente canalla como para hablarme de ellos. No tengo nada que no pueda agradecer por su paso en mi vida. Una persona sincera, de corazón noble y de malas costumbres, una de ellas fui yo. No sabía que esto iba a terminar tan mal, tampoco pensé que sería una cobarde que solo le dejaría una carta pegada en el refrigerador. Amor, lo lamento, no podemos seguir diciéndonos amor. ¿Qué acaso Bukowski no me enseñó lo suficiente como para saber, que las penas con alcohol y amores de ratos se pasa? No puede ser que no haya aprendido nada durante este tiempo. Nunca se aprende lo que se cree que se aprende, no hasta que lo pones en práctica, porque lo anterior solo es teoría. Somos cien por ciento praxis. Me he liao, dirían las malas lenguas, con un tipo, un buen tipo para mi mala suerte. Mala suerte porque uno sufre con ellos, uno se encariña y luego es difícil deshacer el nudo de la soga que nos pusimos en la cintura.

El mensaje

Lo que sé por la madrugada de mí, es lo que sueño antes de despertarme. Abro mis ojos y estás. Los cierro y también estás. Pero cuando quiero abrazarte es cuando me despierto. Cuando sueño contigo, siempre me acuerdo de tu sala y olor a tierra mojada. Pero estos dos días que te he visto en mi cabeza, no he visto tu sala ni tampoco he olido la tierra. ¿Dónde descansan los recuerdos cuando no se los piensa? Al final es lo mismo que veo. Tu rostro en primer plano y tu boca, tu boca que se mueve con un mensaje espeso que no puedo descifrar, no tienes voz, pero entiendo, que debo leer tus labios, que tienes un mensaje. No eres un fantasma, porque no siento miedo, pero qué es sentir miedo en el mundo onírico, sino es más que un sentimiento extraño, indómito, desconocido. Yo no sentía nada de eso, sentía amor, calidez, esperanza. Te extraño. Lo he pensado tantas veces, pero no puedo aceptarlo, no puedo porque cuando me dejaste, lo hiciste por ella, por esa mujer piel morena de cabello

La pérdida de la ERRE

La pérdida de la ERRE Me he comido una letra. Eso creo.  No la tengo en mi boca o en mi lengua o en mi garganta.  Es que no encuentro la erre. Es mas, no la puedo pronunciar, yo digo que me la comí porque siempre tengo hambre o puede ser que entre tantas carcajadas me la haya tragado sin querer.  ¡Cómo saber!  Comer es una forma de ser feliz también.   Puede ser que lo haya guardado y no recuerdo dónde la puse. Mi mala memoria es así, pero no olvido algo que me haga sentir, eso si que no.  Yo recuerdo con el corazón. Por eso las cosas, nombres, fechas, se me olvidan. Sí si , soy pésimo recordando cosas que no pasan por el alma. Por lo menos una vez.  La letra se me perdió. Pero por qué esa? por qué no la Ese o la Eme o la A, puede ser que la Erre tenga algo de especial o no, pensándolo mejor no lo tiene, porque sino, no la hubiera perdido o gastado o comido.  Ay! ahora qué hago, cada vez que pronuncio una palabra con esa letra no aparece,

Un día le escribí a mi yo del futuro triste

Somos el granito de arena que lleva encima de su casa, el caracol en la playa.  Imagina que estas viajando en un auto, camioneta, bus o tren, lo que quieras.  Imagina también que estas en una ruta tranquila, sin baches, todo suave, estas cómodo, con el clima perfecto, mirando por la ventana.  El mejor puesto para viajar.  Mientras tanto ves pasar los árboles y ves por instantes pequeñas escenas de lo que hacen las personas en el camino.  Lees letreros, miras al cielo. Todo pasa al ritmo del viaje. Justo en ese momento es cuando muchas cosas se te vienen a la mente.  Cosas muy importantes, otras tan sencillas que  no te tomas el tiempo de pensarlas tanto, pero cuando estas en movimiento son en las que más piensas.  En un momento s e te vienen personas a la mente, momentos, diálogos, fotitos de cada cosa que quizás, te pasó en el día, semana incluso años atrás.  Luego de estar en el viaje pienso que la ventana y  el recorrido son lugares donde digieres mejor tus emocion

Diario de una heterosexual: seamos felices

Diario de una heterosexual.  Día 1, seamos felices con lo que tenemos. Nos despertamos a las 22h00, no podemos dormir. Hablo en plural porque siempre he creído que hay otra persona dentro de mí. No, no me habla y no tiene identidad propia, solo soy yo tratando de entenderme y pensando en que la vida siempre puede ser buena. O a veces soy yo pensando en que la vida siempre es mala. Soy ambas. Nos pusimos de acuerdo y creemos que en la vida hay días buenos y malos, sí, comprensión básica. Hoy por ejemplo no puedo dormir pensando que mañana será el mismo día de hoy. Trabajo, casa, trabajo. Lineal, normal.   Intento salvarme con este mensaje.  Hace años escribí que, si te sientes feliz, lee, si estas triste lee, si te sientes sola lee. Sí, si ayuda, ayuda mucho, pero no es suficiente.  Hoy me he sentido ausente. Un poco fuera de mí. Otro día les cuento las razones, ahora solo quiero analizar el hecho de que podemos ser felices con lo que tenemos y con quien tenemos a nue

Mi novio suicida

A quien me enseñó después de su muerte, a perdonarme.   Cómo podía saberlo. No pude hacer nada tampoco. Cuando me enteré, ya lo habían bajado y retirado la cuerda de su cuello. Se había ahorcado en su habitación. Aprovechó que estaba solo.  Supe que algo andaba mal cuando no recibí ningún mensaje de él en todo el día. Pero no imaginé, que nunca más me volvería a escribir. Ni a llamar. Ni podría volverlo a ver. Lo amaba como se ama a los 18 años. Con locura y descontrol. Cuando se fue, una parte de mí se fue con él.  Una parte que ahora, 12 años después, aún no logro identificar. La última noche que hablamos no la he podido olvidar, aunque lo he intentado, no lo logro. Estábamos juntos hace algún tiempo, pero a la distancia.  Después de vivir juntos, la vida nos llevó por diferentes caminos, pero decidimos continuar mientras vivíamos en diferentes ciudades. Yo no sabía nada de relaciones, ¡qué se puede saber a esa edad! Él era mayor que yo con seis años. Tampoco se sabe nada de

Mi amiga, cola de pez.

Amiga, cola de pez.  Escuché decir esto a una amiga: "Me encanta, me mueve la cola de pez" yo abrí mis ojos y me encogí de hombros al no entender a qué se refería. Enseguida, habló más de una hora del chico que le gusta. Ella lo describía como algo tan interesante y sexy que hasta yo quería enterarme un poco más de la vida y de su gusto viviente. Me enseñó una foto y ualá , pasó, lo que siempre pasa en este punto, y es que el tipo no es que sea taaaan guapo. Bueno no lo es, la verdad. Quizás, si miras la foto de lejos y achinas un poco tus ojos, puedes encontrarle el gustito. Pero bueno ese tampoco es el asunto, porque a mi amiga, la tenía flotando en la séptima nube. Nadando debajo del mar. Moviendo su colita de pez. Hablaba de él como si lo conociera, claro, nunca han cruzado palabras más que un hola y un ¿cómo te va?, acto seguido  se dejan de ver.  Lo que ella me cuenta es incomprensible, me dice que le gusta hace más de ocho años. Puedes creerlo, ¡ocho año

Pensando en nubes

Se encontraba com o todas las mañanas en su hamaca. Sus piernas largas servían de  motor para impulsarse, meciéndose para mirar el cielo en movimiento. Pensaba en las nubes y luego en la lluvia y luego en el sol y de nuevo en las nubes.  Miraba el cielo y pensaba en qué hay allá; tan arriba de ella. Si dios existía, ¿ Cómo sería su casa? ¿La estaría viendo? o simplemente estaría ocupado con cosas más importantes, que mirar a una mujer mecerse y pensar, pensar en las nubes y luego en la lluvia y luego en el sol y de nuevo en las nubes.  El mundo estaba lleno de mala racha desde que ella nació, hace 50 años.  Vivía sola desde hace 20 años. Vivía sola porque tenía la mala racha, como le dice ella a la mala suerte. Que dice que es como la radiación. Envenena todo lo que está a su paso, pero  no se la ve, sin embargo contamina todo. La mala racha.  Su esposo había muerto hace 30 años, se casó siendo una niña, tuvo tres hijos, pero nacieron muertos. Cuando perdieron las esperanzas que

La Muerte

A la muerte, porque siempre nos acompaña. Tenemos suerte cuando nos despertamos dicen, como si estuviéramos envueltos en papel de regalo y al momento de abrir los ojos se deshace. Siendo nosotros mismos el regalo.   Vivimos casi como una máquina de tareas sin propósitos. Las posibilidades de morir son infinitas, desde que estás en tu casa tranquilo o estas en una pista de carreras, la diferencia es estar cociente que morir, es una etapa natural de la vida. Esto nos enseñan en la escuela y de memoria lo repetimos de la siguiente forma: Nacemos, crecemos nos reproducimos y morimos. Eso nos enseñaron, pero no asimilamos la última. Ya sea por miedo, por tabú o porque no estamos conscientes que ese es nuestro final, sin edición, sin remedio. Sabemos que para allá vamos todos, pero creo que, si habláramos más sobre la muerte como un proceso natural, estaríamos más familiarizados con este proceso y las pérdidas serían menos dolorosas. Tendríamos mejores procesos de duelo y en ve