Ir al contenido principal

No es lo que parece




No me atormentan los fantasmas del pasado de mi ex. Nunca fue lo suficientemente canalla como para hablarme de ellos. No tengo nada que no pueda agradecer por su paso en mi vida. Una persona sincera, de corazón noble y de malas costumbres, una de ellas fui yo.

No sabía que esto iba a terminar tan mal, tampoco pensé que sería una cobarde que solo le dejaría una carta pegada en el refrigerador.

Amor, lo lamento, no podemos seguir diciéndonos amor.


¿Qué acaso Bukowski no me enseñó lo suficiente como para saber, que las penas con alcohol y amores de ratos se pasa? No puede ser que no haya aprendido nada durante este tiempo.

Nunca se aprende lo que se cree que se aprende, no hasta que lo pones en práctica, porque lo anterior solo es teoría. Somos cien por ciento praxis.

Me he liao, dirían las malas lenguas, con un tipo, un buen tipo para mi mala suerte. Mala suerte porque uno sufre con ellos, uno se encariña y luego es difícil deshacer el nudo de la soga que nos pusimos en la cintura. El placer y el dolor son bienvenidos, pero para calmar la situación me digo que no estoy enamorada, y en serio no lo estoy, pero se siente casi igual. Un engaño.

He leído todo tipo de escritos, que del tiempo, de rupturas, de amores, de cosas que uno debe hacer en estos tiempos de cóleras y resacas.

¿Quieren que sea sincera por una vez en mi vida? Pues soy muy mala paciente, no puedo, o me muero o no, pero agonizar es lo que me pesa más. Mi memoria me dice que debo escapar, como siempre lo he hecho, no crean que es cosa nueva, escapar es mi tercer nombre, amor el primero y gil el de en medio. Qué puedo hacer si yo al final soy un pan de dulce, un algodón de azúcar, mermelada de ajonjolí. Me niego muchas veces a ser sincera conmigo, pero eso es lo que debo hacer, y como capítulo de los Simpson empiezo con una cosa y termino con otra. He terminado este relato con la más cruda y triste y aún más consoladora respuesta de lo que en medio de todo esto me he preguntado, pero no lo he escrito:

La soledad es difícil de aceptar, de sobrellevar, de analizar, por eso he decidido tomármela a sorbos, esperando que pronto vuelva a ser la misma de antes, vuelva a no tener miedo en irme de aquí sin pensarlo dos veces, a desprenderme como las hojas de los árboles y mirar al cielo, directo al sol y a achinar mis ojos, pero nunca a bajar mi cabeza.

Entradas populares de este blog

Para ti de mi

Hay lugares a los que uno no vuelve, y personas de las que no se regresa.   Está claro que a quien más fallamos es a nosotros mismos. Nos mentimos, procrastinamos, no nos cuidamos, no soportamos la soledad, nos invaden pensamientos obsesivos, no comemos bien, no hacemos ejercicio... y la lista sigue. Cuando era niña, vivía en un lugar que me parecía maravilloso, cerca del río, y tenía un gran amigo: un enorme samán. Disfrutaba del río, de mis momentos de juego en soledad y de regresar justo antes de que anocheciera, cuando comenzaba esa sensación de que alguien te observaba. No tenía más responsabilidades que jugar, hacer tareas y limpiar la casa. Esos eran mis compromisos de niña. Ahora, tengo muchos pendientes. Podría convertirme, sin querer, en un alma en pena, como esas que no cruzan a mejor vida porque no logran resolver sus asuntos terrenales. Podríamos decir que caminamos por la vida como asuntos pendientes, mirando el celular en busca de videos que nos distraigan de lo desa...

Juguemos al juego de confiar

Volvamos al momento en que me dijiste: confía en mí. Confiar en el otro es lanzarte sin paracaídas . Es un acto de fe, de otorgarle a alguien la capacidad de conocer tus secretos, de expresarte cómo te sientes, o simplemente dejarte ver con todos tus errores, sin temor a ser juzgado. No juzgar es algo muy difícil. Emitir un juicio de valor cuando alguien en quien confías rompe alguna norma que tienes sobre la confianza, el amor, el respeto o la amistad puede ser inevitable. Para cada persona, estas palabras —amor, respeto, amistad— tienen significados distintos. Cada quien les otorga valor según su experiencia. Como dice la frase: "Cada ser es lo que hace con lo que hicieron de él". Y ahí surge una maraña de emociones y contradicciones, porque la realidad de uno nunca es igual a la de otro. En fin, no quiero sobrepensar este tema ni irme por las ramas. Lo que busco es escribir para resistir esos momentos en los que la vida no tiene sentido. Hay cosas que se quedan contigo, si...

Estamos

Estamos destinados a la tristeza, y lo asumo con mucha alegría. Había estado bebiendo, como siempre, sola en mi casa. En ese punto ya me preguntaba si era alcohólica o simplemente infeliz. Me desvié por la infelicidad; creo que es un estado del que cuesta salir. Estaba cansada de tener siempre cosas fugaces en mi vida, como si eso fuera mi única victoria. Estuve un rato observando a una pequeña hormiga tratando de cargar una croqueta tres veces mayor que su cuerpo. Lo logró. Y me pregunté: ¿por qué tienen tanta determinación? Me serví la última copa de mi segunda botella. Malbec, mi uva favorita. Sigo pensando en mi vida mientras la comparo con la hormiga. En mi inmensa humanidad, me gustaría ser tan diminuta como ella… y no solo sentirme así. Estaba por irme a dormir cuando sonó el teléfono. Era Diana, llamando desde España. Eso significaba que salía de una fiesta, porque ya debía ser madrugada allá. Dejé sonar. No contesté. Insistió.  — Hola —Alo, mi amor… pero qué bella voz. No ...