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Mostrando entradas de febrero, 2014
Esto no puede ser un cuento, ni un relato, ni una crónica. Esto debe ser escrito de una sola manera. Mi punto de vista. Ja ja, que esperabas, si lo que debo decir no debe andar suelto en la imaginación y compresión del que me lee, eso seria muy peligroso, y mas cuando por estos tiempos de redes sociales en donde las distorsiones abundan como mojigata en discoteca. —Yo no me permito olvidar Cuando escuché aquella frase, fue como un calambre que recorrió todo mi cuerpo. Mis cerebro se lleno de imágenes, como el recuerdo de un beso  hight. El humo que salia de su boca y entraba a la mía, que por mi parte memorial no recuerdo cuando fue, (pero por mis sentidos si). Bueno, aquella noche "olvidable" sentí, gracias a un chillido armónico de campanas (creo yo) que sonaba en un reproductor de música, volví a sentir algo en mi cuerpo, pero esta vez fue como  una ola fría que recorrió desde mis hombros hasta la punta de mis dedos. Duró lo que dura un relámpago al caer al suelo, pe

en la mente!

ÁLTER/EGO a veces vos me decepcionás!! a veces vos no entendés que las cosas no van con este ritmo! a veces vos eres de lo mas pelotuda!! a veces eres y a veces lo eres peor! - escuchaba- No le interesaba, se subió a la mesa y se alzó la falda lo mas arriba posible, sí, hasta esa altura. ella cerraba sus ojos y se imaginaba todo lo imaginable, todo. Sentía desde las miradas de la multitud, ...de hombres y también de mujeres, sentía la indiferencia de otros tantos... Sentía también la música, esa música que ya recorría su cuerpo desde hace tiempo. Ella flotaba entre las lineas del pentágrama, sobre la  linea de coca, sobre la linea del carretero, de la linea que de vez en cuando se volvía cuerda, cuerda floja del circo en su cabeza, al filo sin caerse Tambaleaba cuando abría sus ojos y las miradas de algunos la delataban, le mostraban lo que era que amor tan sano, que amor, ese amor que la llevó a la locura de sentirse libre. vos sos pelotuda camino a casa reco

A mis errores

"sin cita" Por la ventana entró un aire fresco de mañana, no se escuchó nada mas que la respiración desinteresada de  un  jueves a las seis. A pesar que aquel viento no compensó la razón de estar sumergida en las tibias sábanas, ella se encontró entre estas sábanas gastadas por el uso y el desuso de quien estaba a su lado.  Entre dormida, estiró sus piernas desnudas hasta el extremo de la cama, sus manos como gato hicieron lo mismo. Se dio la vuelta sin esperar mucho, y besó su rostro compañero desmesuradamente mientras trató de recordar su último sueño. Siguió durmiendo por unos minutos con ligeros sueños. Se levantó, se duchó y volvió a la cama.  Al volver lo encontró al filo de la cama, con su guitarra, tratando de recordar una canción, quizas para que ella supiera que no era tan malo como parecía.  Pero lo que pasaba por su mente, era el color espeso de aquel cuadro arrimado a la pared y del porro  de la noche anterior. Por una y otra vez si llego  a la vej

Blangadeshse

Ali  miraba por tercera vez el reloj ubicado especialmente en la pared marrón de su local de ventas de telas y encajes. Desde haces días, Alí sentía una ganas soportables pero incomodas de salir de aquel local, aunque en ese momento, esa no era su principal  preocupación. Con la muerte de su esposa, Alí pasaba más tiempo en el local, en silencio, inundando la habitación con recuerdos de su esposa, a quien de haber estado ahí, le consultaría el por qué, aun su hija no llegaba, no tenía otra opción que consultar insistentemente  aquel gélido aparato colgado en la pared, que por su sonido, se daba por hecho que el tiempo existía. Entre pensamientos y silencios la hora marcaba el límite de esperar a su hija con calma, su mirada se trasladaba  al cuadro de un hombre azul, con perturbados ojos grandes y profundos,  el cual lograba mirarte en cualquier lugar de la tienda, incluso afuera,  podías sentir la fuerza de su mirada, solo con cerrar sus ojos. Su hija como otro reloj, solía llegar