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en la mente!

ÁLTER/EGO

a veces vos me decepcionás!!
a veces vos no entendés que las cosas no van con este ritmo!
a veces vos eres de lo mas pelotuda!!
a veces eres y a veces lo eres peor!

- escuchaba-
No le interesaba, se subió a la mesa y se alzó la falda lo mas arriba posible, sí, hasta esa altura.

ella cerraba sus ojos y se imaginaba todo lo imaginable, todo. Sentía desde las miradas de la multitud,

...de hombres y también de mujeres, sentía la indiferencia de otros tantos...

Sentía también la música, esa música que ya recorría su cuerpo desde hace tiempo.

Ella flotaba entre las lineas del pentágrama, sobre la  linea de coca, sobre la linea del carretero, de la linea

que de vez en cuando se volvía cuerda, cuerda floja del circo en su cabeza, al filo sin caerse

Tambaleaba cuando abría sus ojos y las miradas de algunos la delataban, le mostraban lo que era

que amor tan sano, que amor, ese amor que la llevó a la locura de sentirse libre.

vos sos pelotuda

camino a casa recordaba la mesa, ella arriba, su falda igual. La euforia.

Al pasar el umbral de la primera puerta de su casa, deseo vivir en otro lugar, deseó..

Al cerrar la tercera puerta entró sin zapatos, caminó en puntillas con sus manos hacia el frente tocando el

aire a oscuras. Llegó al sofá, y se desplomo sobre este. Renegó, renegó de su estado de sobriedad, renegó

de haber regresado de aquel lugar en donde se sentía una rock star tal vez era pop o incluso no era nada

de eso, era simplemente ella, bailando y olvidándose de todos, del mundo, de la ausencia que sentía.

la oscuridad de la sala no solo esta al rededor de ella, estaba dentro, y la mataba con lentitud, se aferraba

de su cuello que le estrujaba el alma, como el resto de su cuerpo.

no sos nadie
no sos nada

Quería callar esa voz en su cabeza, esa, la que la hacia sentir miserable,  deplorable. Esa voz que aun con la

música retumbando en aquellas cuatro paredes horas antes no podía callar.

-Horas muertas-

Planificó su muerte, no podía mas, meditó y creyó mejor solución que parezca un accidente, no quería que

en los diarios amarillistas la tildarán como una depresiva, no se mataba por tristeza, se mataba por

convicción, por creer que la muerte por ser final debe haber nacido de un inicio, y por ende formaba parte

de un comienzo. El inicio.

Con calma por la madrugada, tomó un pequeño aceite de baño, lo puso al filo de la tarima donde se

encontraba el router del internet, a lado de este, lo colocó sin tapa y apunto de caerse,  a lado se

encontraba la repisa con libros de enciclopedias, libros pesados que jamás leyó por completo desinterés, y

porque le pertenecieron a su padre, del cual solo lo recuerda por aquellos libros, intactos.

Ella caminó como si alguien la viera, y por -casualidad- estiró la mano y  regó el aceite sobre el piso, se

sorprendió, con si esa acción fuera necesaria para que se la considerara como accidente.

Se dio vueltas por la casa, y cuando volvió a la sala donde estaba el aceite en el piso, corrió, corrió para

poder resbalarse y caer escandalosamente, y quizá con suerte, un buen golpe en la cabeza  le ayudaría a

que todo terminara. Lo hizo sin pensarlo dos veces. corrió.

 No consiguió mas que doblarse el pie, cayó sobre sus nalgas.

 Una risa burlona retumbaba las paredes pegajosas de sus sesos, se sintió inútil, torpe.

Ni quitarme mi  vida  puedo, -pensaba

Sentada completamente desahuciada, no le quedó mas remedio que llorar, si, sin remedio, sin opción, ni

comodín, fue como si no tuviera nada mas que hacer en ese momento, rompió el cristal en caso de

emergencia y dentro tenia un pañuelo.

-Durmió-

Despertó y aun estaba a oscuras, quizá durmió apenas unos minutos y aun la madrugada no desalojaba su

habitación, caminó por la sala y pudo visualizar la repisa en donde estaban los libros de su padre,

estaba vació, se restregó sus manos sobre su cabeza, sintió algo mojado, llevó sus manos frente a su cara,

tenían un color rojo oscuro y viscoso, no sentina algún dolor.

Miró a su alrededor pero no veía nada, ni una luz, nada que no fuese la repisa sin libros.

La sangre seguía emanando como tubería rota en su cabeza abierta, no sentía dolor, y eso le preocupaba más.

- y si mi cerebro se cae-

Apretaba con fuerza aquella grieta en su cabeza, pero ni sus manos sentía. No estaba.

Después que todo su cuerpo estaba empapado de sangre, se dio cuenta que ya nadie la miraba, aunque de

hecho nadie estaba con ella, solo sentía esa presencia pesada que le pedía por su desgracia, ya ni su voz la

escuchaba, estaba completamente bañada en sangre, sin dolor, y sin aquella voz. La desgraciada.

Fue como un soplo en su nuca,  ella regresó a ver hacia atrás, y se vio, vio su cuerpo aplastado por la gran

enciclopedia y la repisa sobre su cuerpo, su cabeza rota, destrozada, molida, se podía ver sus cerebro

escurrido junto a sus ideas, su memoria desolada, ella un  desierto cubierta de arena roja, seca.

Así fue que ella no se suicidó, no como lo pensaba, fue como un suicidio accidental, si, de esos que lo tienes en mente, pero, o nunca lo haces o nunca  funciona.

A ella le pasó ambas, lo tenia en la mente, nunca lo hizo y nunca le funcionó. La enciclopedia estaba ahí para aplastar su cráneo, simplemente le dio tiempo para pensar y distraerla, cuando mas se piensan las cosas, terminan activando acciones del medio.

La muerte no se planea.

















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