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Blangadeshse

Ali  miraba por tercera vez el reloj ubicado especialmente en la pared marrón de su local de ventas de telas y encajes. Desde haces días, Alí sentía una ganas soportables pero incomodas de salir de aquel local, aunque en ese momento, esa no era su principal  preocupación.

Con la muerte de su esposa, Alí pasaba más tiempo en el local, en silencio, inundando la habitación con recuerdos de su esposa, a quien de haber estado ahí, le consultaría el por qué, aun su hija no llegaba, no tenía otra opción que consultar insistentemente  aquel gélido aparato colgado en la pared, que por su sonido, se daba por hecho que el tiempo existía. Entre pensamientos y silencios la hora marcaba el límite de esperar a su hija con calma, su mirada se trasladaba  al cuadro de un hombre azul, con perturbados ojos grandes y profundos,  el cual lograba mirarte en cualquier lugar de la tienda, incluso afuera,  podías sentir la fuerza de su mirada, solo con cerrar sus ojos.

Su hija como otro reloj, solía llegar a las doce,  ya eran las tres de la tarde  y aún continuaba aquella puerta insensiblemente cerrada. De repente, se abrió la puerta con  frescura y a ritmo de las bisagras, el rostro de su hija al fin apareció. La mente de su padre que ya divagaba lo peor de los momentos anteriores se calmó.

—Qué te ha pasado, por qué llegas a esta hora?

Ella indolente a su preocupación, lo  ignoró, se dejó caer en la dura anatomía del mueble en donde los clientes  esperan. 

Su hija miraba el piso sin tener ganas de confrontarlo, como si de ella dependiera que la conversación empezara o se prolongara, al fin respondió:

—Míranos, trabajando siempre para otros, no tenemos nada!. Siempre debo entrar a este lugar y saber que no tenemos nada, que las cosas cada día se ponen más difíciles y que algún día moriremos sin tener nada.

Alí en vez de contestar con fuerza a sus reclamos, la miró con dulzura y en tono bajo replicó:

—Si la muerte nos llegara en este momento, pues al final, no nos llevaríamos nada! aunque tuvieras todo.

—Pero si me disgusto en ese momento, ese momento mortal, trascenderá, lo sé, se que moriré triste de no tener nada e irme vacía papá, no hablo de algo material, hablo de hacer algo que nos guste, no que nos toque hacer. Te hablo de vivir, no de sobrevivir. -dijo al fin con tono tenue.

Alí desgastado, ausente de los chillidos de su hija, solo respiraba el sonido de las mismas manecillas que deseaba detener, que se quedaran  inmóviles en  aquel momento, no para que su hija  dejara de decir tantas palabras afiladas, sino mas bien, para tenerla ahí,  en el ojo del huracán. Todo en calma. La muerte de su esposa lo había dejado sin fuerzas para luchar con las emociones contracorriente de su hija. Todo en calma, sentía. 

Él la abrazó, la miró por un momento y la siguió abrazando, fue en ese momento sin previo aviso, que el techo se les vino encima, todo un océano de concreto les cayó en sus cabezas, con fuerza y al mismo tiempo en cámara lenta, aquellos  segundos previos al colapso, su padre miró mas arriba de la imagen de aquel dios insensible
 El paisaje que tiene un abrazo. El cielo de cemento se desplomó, cubriéndolos con una capa mas dura que el olvido.

Así,  horas después un grupo de curiosos, entre sobrevivientes y familiares, con sus manos trataban de encontrar restos humanos, resto de cualquier señal que podría mostrarle vida en aquella zona ya muerta visualmente. Así, encontraron a Alí y a su hija abrazados, ella desplegaba sus brazos hacia atrás, aceptando su destino, él, tenía su cabeza en su pecho sin latidos, aferrado, en sus ojos brotaba sangre en forma de río, el cemento balanceó su cuerpo a su antojo, pero los brazos de su padre, entrelazados a la cintura de su hija fueron mas fuertes. Murieron. No sin nada, no con todo, murieron en reconciliación.





(El número de fallecidos por el derrumbe a finales de abril (2013) complejo textil
cerca de Dacca, la mayor tragedia industrial historia de Bangladeshse situó este
jueves en 1.022, informó el portavoz del Ejército, Shahinul Islam. Los equipos de
rescate continúan recuperando cadáveres de entre el amasijo de escombros que,
según las autoridades, cada vez resulta más complicado identificar por su avanzado
estado de descomposición.)





"El desplome del Rana Plaza podría haberse evitado si los dueños de las fábricas hubiesen escuchado a quienes el martes advirtieron de grietas en la estructura del inmueble. La mala construcción."

PARA LA TRAGEDIA, QUE DE LOS ERRORES HUMANOS NO SIEMPRE SE APRENDE...             
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