Ir al contenido principal

La decisión. Terremoto 16/04/16 ECUADOR


Hay alguien ahí?
La noche estaba más oscura, y lo temible de la oscuridad es no saber con que te vas a afrontar. La penumbra.
Los rescatistas hacían el llamado de vida, ¿hay alguien ahí?, esperando la respuesta de un sí, de un ruido, de una luz, de alguna señal válida para saber que sí hay alguien ahí, que haya alguien a quien rescatar debajo de los escombros, del esfuerzo que se desplomó por el 7,8.
Hay alguien ahí? Se preguntan también las personas que pasaban por el desastre, esperando que no haya nadie debajo del siniestro.
Hay alguien ahí, exclamaban los familiares sin signos de interrogación, quienes temían lo peor, pero guardaban la esperanza de que su ser querido no estuviera ahí, que no estuviera debajo de las pesadas paredes que cayeron livianamente hacia el suelo.
Hay alguien ahí? Se preguntan los bomberos, rescatistas, paramédicos, policías, ciudadanos, políticos, niños, TODOS.
Y cuando llega la dura decisión de responderse a esa misma pregunta, de responderse así mismo, porque nadie más que ellos deben decidir si culminar o no  la búsqueda.
 ¿Hay alguien ahí?
—Esperemos que ya no!

Pero en la mente de todos los que sufrimos y vivimos este terremoto, los de afuera que miran desde sus televisores o por redes sociales, nos quedará esa pregunta.
Hay alguien ahí,

todavía?



Entradas populares de este blog

Para ti de mi

Hay lugares a los que uno no vuelve, y personas de las que no se regresa.   Está claro que a quien más fallamos es a nosotros mismos. Nos mentimos, procrastinamos, no nos cuidamos, no soportamos la soledad, nos invaden pensamientos obsesivos, no comemos bien, no hacemos ejercicio... y la lista sigue. Cuando era niña, vivía en un lugar que me parecía maravilloso, cerca del río, y tenía un gran amigo: un enorme samán. Disfrutaba del río, de mis momentos de juego en soledad y de regresar justo antes de que anocheciera, cuando comenzaba esa sensación de que alguien te observaba. No tenía más responsabilidades que jugar, hacer tareas y limpiar la casa. Esos eran mis compromisos de niña. Ahora, tengo muchos pendientes. Podría convertirme, sin querer, en un alma en pena, como esas que no cruzan a mejor vida porque no logran resolver sus asuntos terrenales. Podríamos decir que caminamos por la vida como asuntos pendientes, mirando el celular en busca de videos que nos distraigan de lo desa...

Estamos

Estamos destinados a la tristeza, y lo asumo con mucha alegría. Había estado bebiendo, como siempre, sola en mi casa. En ese punto ya me preguntaba si era alcohólica o simplemente infeliz. Me desvié por la infelicidad; creo que es un estado del que cuesta salir. Estaba cansada de tener siempre cosas fugaces en mi vida, como si eso fuera mi única victoria. Estuve un rato observando a una pequeña hormiga tratando de cargar una croqueta tres veces mayor que su cuerpo. Lo logró. Y me pregunté: ¿por qué tienen tanta determinación? Me serví la última copa de mi segunda botella. Malbec, mi uva favorita. Sigo pensando en mi vida mientras la comparo con la hormiga. En mi inmensa humanidad, me gustaría ser tan diminuta como ella… y no solo sentirme así. Estaba por irme a dormir cuando sonó el teléfono. Era Diana, llamando desde España. Eso significaba que salía de una fiesta, porque ya debía ser madrugada allá. Dejé sonar. No contesté. Insistió.  — Hola —Alo, mi amor… pero qué bella voz. No ...

Carlitos

"Cantemos en coro cerca de las nubes, ahora que nadie nos ve" Carlitos se levantaba cada día sin una razón clara. La luz atravesaba las delgadas cortinas de su habitación, hiriéndole apenas los ojos. Durante unos segundos se sentía animado, pero la sensación desaparecía pronto. Se encogía de hombros, se sentaba al borde de la cama y arqueaba la espalda. Buscaba una razón para ponerse en pie, sin encontrar ninguna. Aun así, se levantaba. Ese día, el cielo estaba despejado y las nubes se habían disipado, dejando al firmamento respirar. —Qué laguna titánica la de allá arriba —pensó. Sentirse tan pequeño ante el cielo le recordaba su debilidad. Incluso su nombre, “Carlitos” le sonaba reducido, como si llevara ya una carga encima. Lo llamaban así, por defecto. Por olvido. II Ella trabajaba en el taller de su padre: lavaba autos, desmontaba motores. Su padre había querido un varón, pero nació mujer. No supo qué hacer con eso, así que simplemente le puso el nombre que ya ten...