Yo le había dicho que no lo quería, pero él decidió quererme de todos modos.
—Tengo el corazón roto— me dice una niña de cinco años, mientras me entrega un libro con ese título. El libro tiene una ilustración conmovedora, la historia trata de una pequeña con su corazón roto que busca la manera de sanarlo. Es tan conmovedora la ilustración, que me hace dudar si en realidad mi corazón está o no roto. Lo leí completo, y como todo cuento para niños, tiene un final feliz. Su corazón terminó por sanar, diciendo que hacer felices a los demás ayuda en el proceso. Cuento o no, me sacudió por dentro.
Ha pasado mucho desde la última vez que me sumergí en el mar. Ahora estoy acostada mirando el techo, entre pensar en el mar, pensé también si él aún me quería, no es que me importara, solo fue un pensamiento que se me cruzó por la cabeza, no se detuvo por más de dos minutos ni se acomodó, solo me rozó una parte aún más escondida que la mente, y se disolvió como algodón de azúcar en la lengua, como la espuma del mar, como sentir un Déjà vu. Como decir adiós...
Entre la niña con el corazón roto y yo, creo que yo, he estado permanentemente en reparación, con una lesión en el alma que no ha sanado del todo. Son tantas cosas, que ya solo me sumerjo entre mis recuerdos y hago como que no ha pasado nada y nado entre el sin sabor del recuerdo de mi novio que murió hace años, con la hija que no voy a tener, pero que quiero, con la muerte de mi gata, (un duelo mal curado), con la separación que no me permito soltar del todo. Con todo estos procesos sin cerrar, mi corazón ha estado con una curita durante años, que me ha causado no entender nada a mi alrededor, y cuando hablo de nada, hablo de todo, de mis emociones, de mis metas mal planteadas, de amigos que quiero que sigan en mi vida, pero que no me hacen bien, de mi familia, a quien no he dedicado el tiempo necesario y que aún sabiéndolo, no haré nada. Es como conducir directo al abismo y acelerar.
¿Hay alguien más que esté leyendo esto que sienta lo mismo?
Levante la mano, dígame hola, envíeme un mensaje con un "yo". Es que quiero hablar con alguien que entienda mi lenguaje, que sepa a lo que me refiero, que me diga "Es verdad, nos estamos vaciando en vano". Aunque me bastaría con saber que hay alguien allá afuera que entienda algo de todo ese nada que me abruma.
No es que esté siempre triste, soy muy feliz, pero al igual que tu buscas felicidad, yo busco respuestas a preguntas, que me hacen, que yo hago...
Una vez un amigo me dijo " El mar no encanta una eternidad" nunca supe a qué se refería, pero hay días enteros que veo el mar sin que me seduzca la idea de sumergirme, y es ahí donde entiendo, que nada es como empezó, y que al final de todo, mis preguntas y emociones se convertirán en la eternidad del mar.