Ir al contenido principal

Empezar de nuevo

Se me ocurrió escribir un tema acerca de la frase "empezar de nuevo", pero sentí que podría expresar lo mismo; es decir, que empezar de nuevo es algo redundante. Entonces me surgió otra duda, preguntándome si estaba usando la palabra correctamente, "redundar". Mi sorpresa fue encontrar una definición totalmente diferente a lo que creía que significaba redundar:

RAE REDUNDAR: intro. Dicho especialmente de un líquido: Rebosar, salirse de sus límites o bordes por demasiada abundancia. Sin.: rebosar, desbordar, derramarse.
intro. Dicho de una cosa: Venir a parar en beneficio o daño de alguien o algo. Sin.: resultar, repercutir, revertir, refluir, reembolsar.

O sea, según yo, la usaba cuando quería decir que empleaba la misma palabra en una sola frase, decía algo asi: "bla bla bla bla, disculpen la redundancia". Claro, no decía redundar; entonces busqué la palabra redundancia:

RAE REDUNDANCIA: F. Sobra o demasiada abundancia de cualquier cosa o en cualquier línea. Sin.: exceso, demasía.
F. Repetición o uso excesivo de una palabra o concepto. Sin.: repetición, reiteración, pleonasmo, tautología.
F. Cierta repetición de la información contenida en un mensaje, que permite, a pesar de la pérdida de una parte de este, reconstruir su contenido.

Claro, ahí tiene sentido, pero como verbo no existe, no es la misma cosa. ¿Por qué? No quise ahondar más en el tema porque sentía que me estaba yendo por las ramas; pero a quien le sirva la información y me lo explique bienvenido mar.

Ahora, si bien es cierto, quiero empezar a escribir algo que tenga que ver con la frase "empezar de nuevo". A lo que ya decía que sentía que era SER REDUNDANTE. Creo que lo entendemos todos. Es decir, que quiero escribir algo acerca de cuando comenzamos, cuando nos reinventamos. cuando decidimos cambiar creo yo. No quiero empezar desde cero; por decir, yo he cometido muchos errores (quién no), de los cuales unos son más pesados ​​que otros.

Me pesa cargar con errores. Me digo a mí misma que no sea tan dura, que lo que se hizo hace años (no quiero justificar los errores) pero es importante estar concientes del estado emocional que nos encontrábamos, eso también cuentan para entendernos. Y pues, lo duro no es solo aceptar el error, sino también aceptar las consecuencias. Y ahí es a lo que en verdad se quiere llegar: abrazar y soltar.

Yo, en mi adolescencia, hice cosas que en ese momento estaban bien; pero si ahora los recuerdo, me digo "no, no, pero qué forma de actuar es esa", claro, esos recuerdos se quedan como experiencias, hasta vergonzosas. Pero cuando pasas la puerta de ser adulto, todo lo que hagas queda escrito en el pergamino de la vida; no se puede borrar, sino más bien aprender. No hay otra forma. No solo debes aceptar las consecuencias, sino aprender de ellas. A menos que finjas demencia. Yo quiero fingirla, pero mi mente y corazón no me lo permiten.

En mi vida, he perdonado muchas cosas, pero nunca me he puesto a pensar qué significa que te perdonen. ¿Qué se siente? ¿Alivio? ¿O no se siente nada? Porque creo que lo que quisiera saber es si los recuerdos de ese error que nos atormentan se olvidan o se quedan guardado y que están en las profundidades del mar de la memoria, o si seguirán siempre ahí, solo que tienen en la caja que los contiene la palabra "perdonado" y mezclados con los demás.

Quiero entenderme, quiero conocerme porque puedo estar rota. Claro, ¿quién no lo está? Pero esto no se trata de nadie más que de mí. Quiero saber en qué nivel de rotura estoy: rota, muy rota, demasiado rota, irreparable. Me da miedo que ya no tenga solución y que mis ojos se pongan más grandes, mis párpados se ablanden y mi mirada se ponga triste, como los ojos de la protagonista de esa serie " Carol & The End of The World ". Sus ojos pueden ser los ojos de mi alma, y ​​no quiero eso.

Empezar de nuevo, reiniciarme pero no olvidar, recordar pero no sentir dolor, aprender de mis errores y avanzar, sanar. Sin redundar.

Iniciar el nuevo camino que es el mismo de ayer, pero la que camina distinto soy yo.



Imagen de Pinterest, pero no encontré autor





Entradas populares de este blog

Para ti de mi

Hay lugares a los que uno no vuelve, y personas de las que no se regresa.   Está claro que a quien más fallamos es a nosotros mismos. Nos mentimos, procrastinamos, no nos cuidamos, no soportamos la soledad, nos invaden pensamientos obsesivos, no comemos bien, no hacemos ejercicio... y la lista sigue. Cuando era niña, vivía en un lugar que me parecía maravilloso, cerca del río, y tenía un gran amigo: un enorme samán. Disfrutaba del río, de mis momentos de juego en soledad y de regresar justo antes de que anocheciera, cuando comenzaba esa sensación de que alguien te observaba. No tenía más responsabilidades que jugar, hacer tareas y limpiar la casa. Esos eran mis compromisos de niña. Ahora, tengo muchos pendientes. Podría convertirme, sin querer, en un alma en pena, como esas que no cruzan a mejor vida porque no logran resolver sus asuntos terrenales. Podríamos decir que caminamos por la vida como asuntos pendientes, mirando el celular en busca de videos que nos distraigan de lo desa...

Estamos

Estamos destinados a la tristeza, y lo asumo con mucha alegría. Había estado bebiendo, como siempre, sola en mi casa. En ese punto ya me preguntaba si era alcohólica o simplemente infeliz. Me desvié por la infelicidad; creo que es un estado del que cuesta salir. Estaba cansada de tener siempre cosas fugaces en mi vida, como si eso fuera mi única victoria. Estuve un rato observando a una pequeña hormiga tratando de cargar una croqueta tres veces mayor que su cuerpo. Lo logró. Y me pregunté: ¿por qué tienen tanta determinación? Me serví la última copa de mi segunda botella. Malbec, mi uva favorita. Sigo pensando en mi vida mientras la comparo con la hormiga. En mi inmensa humanidad, me gustaría ser tan diminuta como ella… y no solo sentirme así. Estaba por irme a dormir cuando sonó el teléfono. Era Diana, llamando desde España. Eso significaba que salía de una fiesta, porque ya debía ser madrugada allá. Dejé sonar. No contesté. Insistió.  — Hola —Alo, mi amor… pero qué bella voz. No ...

Carlitos

"Cantemos en coro cerca de las nubes, ahora que nadie nos ve" Carlitos se levantaba cada día sin una razón clara. La luz atravesaba las delgadas cortinas de su habitación, hiriéndole apenas los ojos. Durante unos segundos se sentía animado, pero la sensación desaparecía pronto. Se encogía de hombros, se sentaba al borde de la cama y arqueaba la espalda. Buscaba una razón para ponerse en pie, sin encontrar ninguna. Aun así, se levantaba. Ese día, el cielo estaba despejado y las nubes se habían disipado, dejando al firmamento respirar. —Qué laguna titánica la de allá arriba —pensó. Sentirse tan pequeño ante el cielo le recordaba su debilidad. Incluso su nombre, “Carlitos” le sonaba reducido, como si llevara ya una carga encima. Lo llamaban así, por defecto. Por olvido. II Ella trabajaba en el taller de su padre: lavaba autos, desmontaba motores. Su padre había querido un varón, pero nació mujer. No supo qué hacer con eso, así que simplemente le puso el nombre que ya ten...