“Yo no creo en el alma, pero de que existe, existe” Ya hace dos días que estaba en alta mar. El sol golpeaba su frente, sus labios estaban secos y su cuerpo escurrido cubría el tablón del bote. Sus ojos entre abiertos miraban nada mas que el mar impetuoso y azul. Todo azul. Sus pensamientos inundaban una parte de él, que el agua salada no podría de ninguna manera tener acceso, sus recuerdos. Su memoria evocó. En un eterno pensamiento recordaba la gracia con la que él se sumergía entre las olas y se dejaba derribar con fuerza por aquel oleaje, hasta llegar a la orilla. Todo era refrescante, su pensamiento refrescaba su alma. La imagen de su rostro que sentía la efervescencia de la espuma del mar, era inenarrable Ahora en cambio, no podía sentir más que repulsión, desesperación, esa tirria contra esa abundancia de azul que le producía tal abominación hecha a la mar . Tenía deseos de ver paredes de concreto, edificios en co...