"Cantemos en coro cerca de las nubes, ahora que nadie nos ve" Carlitos se levantaba cada día sin una razón clara. La luz atravesaba las delgadas cortinas de su habitación, hiriéndole apenas los ojos. Durante unos segundos se sentía animado, pero la sensación desaparecía pronto. Se encogía de hombros, se sentaba al borde de la cama y arqueaba la espalda. Buscaba una razón para ponerse en pie, sin encontrar ninguna. Aun así, se levantaba. Ese día, el cielo estaba despejado y las nubes se habían disipado, dejando al firmamento respirar. —Qué laguna titánica la de allá arriba —pensó. Sentirse tan pequeño ante el cielo le recordaba su debilidad. Incluso su nombre, “Carlitos” le sonaba reducido, como si llevara ya una carga encima. Lo llamaban así, por defecto. Por olvido. II Ella trabajaba en el taller de su padre: lavaba autos, desmontaba motores. Su padre había querido un varón, pero nació mujer. No supo qué hacer con eso, así que simplemente le puso el nombre que ya ten...