Casi dos días postrada en cama, sofá o donde sea que mi cuerpo se
detuviese. Tampoco es que se movía mucho, de la cama al sofá del sofá al otro
mueble y así.
La noche anterior nos dormimos entre carcajadas viendo un perfil
de alguien poco interesante. Me dormí riendo. Pero al amanecer mi cuerpo no se
levantó sino hasta las dos de la tarde.
—No te había visto dormir tanto, me dijeron.
Y pues nunca había dormido tanto, ni si quiera en mis borracheras.
Simplemente no estaba, estaba solo mi cuerpo que se hundía sin ninguna
resistencia. Me sentía cansada, de mal humor.
Cerraba mis ojos en busca de algún recuerdo, idea, pensamiento, persona, algo
que le dé sentido a la gran tristeza que me cargaba. Pasé casi dos días así,
hasta ahora, que salí de mi doble encierro. Para
todo mal, el mar, dice mi amiga. Así que como remedio el mar, el mar, el mar
y el mar.
Suena lindo, pero aún cargo un poco de esta arena de soledad. Es como un abandono, lo identifico
como cuando alguien te deja, cuando ya no te quieren, angustia, incertidumbre.
Puede ser por todo lo que estamos pasando a nivel mundial. Puede y no puede ser.
Comí el desayuno a las 5 pm y el almuerzo casi a las 11pm, comí
porque no quería que se desperdicie la comida, peor en estos tiempos.
Ayer pasé todo el día escuchando Led Zeppelin, casi con todas me
puse a llorar. Pero You Shook me fue
el acabose, y aun no entiendo por qué.
Quería llamar a muchas personas, quería conversar, charlar,
algunas no me contestaron a otros no intenté, pero hablé con alguien que me
levantó un poco mi ánimo, no le dije que estaba así, solo dejé que conversara y
funcionó. Hasta que me quedé sin saldo y sin internet hasta la madrugada. Pausa
a todo de nuevo.
Me vi una película que hace años un ex me había dedicado, la tenía
descargada y la usé para mi alivio. Eterno resplandor de una mente sin recuerdo, puede que esté en la búsqueda de un recuerdo que ya había olvidado, pero que aún siento. Me
recuerdo también una frase de una de mis películas favoritas de Hayao Miyazaki Elviaje de Chihiro “Nada de lo
que pasó es olvidado, incluso si ya no lo recuerdas”
Buscaba la razón de mi tristeza. Andaba entre películas y
canciones. Ahora un recuerdo me abordó, recordé
a mi tía Lolita, que de pequeña me quería adoptar, ella no pudo tener hijos y
siempre le decía a mi mamá que me dé en adopción. Ella me miraba y me apretaba
mis cachetes y me decía lo grandes y tristes ojos que tenía, decía también:
—Si yo fuera tu mamá esos ojos brillarían mucho más.
Hay quienes dicen que los ojos son la puerta al alma.
Yo no creo en el alma, pero de que existe, existe.
Mi tía quizás vio algo que a mis casi 31 años no logró entender,
ni si quiera ver. No tengo ojos tristes, me digo, no los tengo. Tampoco tengo
una pena que me ahonda el alma. Quiero creer que son cosas del corazón, porque
para variar siento más de lo que debo y olvido más de lo que creo. Puede que ese recuerdo intente decirme algo más, decirme, por ejemplo, ve al mar y llena de atardeceres esos ojitos que tienes.