Vamos a la playa en calzones. Eso del pudor no nos preocupa, nos
decimos ¡qué chucha!
Ya andamos casi que en sostén y calzón todo el día. Desayunamos
juntas y luego cada una tiene su espacio.
Cada una tiene algo qué hacer. Una se
va a la playa a leer, otra al bar del hotel a hacer una videollamada, porque allá la señal de internet es mejor. Yo en cambio me quedo viendo
películas que ya me he visto, (la vieja confiable)
“Pierdo el tiempo” me digo, “pero no es perderlo” me contesto, y me
vuelvo a preguntar -como golpe bajo-:
¿Por qué no me aventuro a ver películas nuevas? ¿Me da temor acaso
que me decepcione y en realidad no estoy para decepciones? No en esta
cuarentena, me respondo al fin. Me cuido, soy cautelosa en las películas, me vuelvo a ver las que
más me gustan, escojo a veces películas fáciles de ver, graciosas, todo tranqui. De vez en cuando escojo una que me haga llorar. Ya saben, para sacar un poquito la
tristeza.
Mejor sigamos hablando del pudor, sigamos hablando que lo perdemos de a
poco. Creo que en mi cumpleaños me meteré en el mar, desnuda -nunca antes lo he
hecho- este parece un cuadro perfecto, tenemos la playa cerca y no se ve a
nadie en ella, la gente no sale (espero que ese día tampoco) pero quién sabe, también
puede que beba mucho ese día y ahí sí, no creo que sea una buena idea entrar al
mar.
No es tiempo de fingir, y cambio de tema y vuelvo a hablar de
películas, en donde creo y me digo:
Eso de “no ver películas que me
decepcionen”, creo que lo hago más, para evitar alguna emoción en particular. Busco
películas fáciles de ver, no complicadas, sencillas, que no me hagan cuestionar
nada. Porque no quiero ahora cuestionarme nada. No quiero pensar si estoy o no haciendo
algo correcto. Quiero estar tranquila, por eso miro películas tranquilas.
Volvamos
al pudor mejor, volvamos, porque lo estamos perdiendo de a poco. Casi no nos importa salir
de la ducha desnudas para buscar la toalla que se nos olvidó llevar para
ducharnos. O salimos al balcón con las tetas al aire a
buscar ese traje de baño colgado en la baranda. Es que, ya no importa, creo que
siempre ha sido algo que nunca ha importado tanto.
El otro día nos metimos en
calzones al mar, sí, nada de diferente con un traje de baño, pero la ropa interior
al parecer es más fina, no todas son apretadas y pues…en el mar hay muchas
olas. Fue divertido. No me cansaré de repetir lo lindo
que es surfear las olas con nuestro cuerpo. Dejarte llevar. Salir y acostarte
en la arena y volverte a meter para quitarte la arena, aunque eso no es posible
del todo.
Una de las chicas está pintando de a poco todo el departamento, es
su catarsis para esta situación, yo, aunque no lo crean hago el desayuno y
parte del almuerzo. Cocino, como nunca en mi vida lo había hecho. Mal, pero nunca
he cocinada tantas veces por muchos días. Lo mejor es que se lo comen todo. Otra de las
chicas está diseñando un poco más, le ayuda a dormir, tarde, pero duerme. Habla
con amigos que tienen ideas conspiradoras, que hacen que se olvide de lo que
está pasando.
Yo, como les digo, sigo con lo de las películas, esta sensación de no arriesgarme con ninguna nueva o que se vea prometedora, que quizás al terminar de verla me va a convencer de hacer algo, puede que me motive más a escribir o que mande todo a la mierda, ¡a la mismísima mierda!
Yo, como les digo, sigo con lo de las películas, esta sensación de no arriesgarme con ninguna nueva o que se vea prometedora, que quizás al terminar de verla me va a convencer de hacer algo, puede que me motive más a escribir o que mande todo a la mierda, ¡a la mismísima mierda!
Yo lo comprendí con la peli “The secret life of Walter Mitty”, que es de esas películas que te contagian las ganas de
hacer algo que nunca habías hecho, o de escribirle a alguien, o de decir lo que
en realidad piensas. Esas películas que te dan libertad, que te hacen olvidar
tu situación personal y piensas que te puede pasar lo mismo a ti. O también, así mismo te hacen cuestionar lo que estás haciendo con tu
vida.
El poder de las películas está subestimado.
El poder de las películas está subestimado.
Decido ser menos pudorosa y reconfortarme en las películas que me recuerden que cuando
las vi, fue en un pasado sin virus, cerquita de gente linda y, sobre todo,
con el corazón tranquilo.
Termino hablando del punto principal, del pudor, y me digo a mi
misma:
—A la mierda como todo lo
que debemos despojarnos.
¡a la mismísima mierda misma!
Foto: Lettybesa y Sofía Monge