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La máquina del tiempo



Me gustaba contemplar su espalda desnuda en mi ventana
La luz de la farola por la noche, mojaba su cuerpo y recorría sus estrechas caderas, recorría también sus largas piernas firmes, su espalda tenue; ahí, me detenía por unos segundos y realizaba un paneo suave, morboso, nocivo que exterminaba las pocas esperanzas de salir con vida de aquella trampa que segregaba mi cuerpo, que me carcomía, suave, morboso, nocivo...  
Me divertía saber que  ella notaba que la observaba, mientras brotaba sus nalgas ya frías por el viento helado que recibía después de hacer el amor. Sus movimientos dibujaban caminos frondosos en la pared, en cámara lenta, cada vez hacia mi dirección, su cabeza hacia la nada de la ventana no me permitía ver su rostro, pero estoy más que seguro que ella sonreía. 

Su lengua abría su boca, y dejaba el justo espacio para mirar sus blancos dientes. 

Encendí un cigarrillo, le di una calada y me levante a completar el rompecabezas. Mi boca maromeaba su espalda y mis manos  completamente abiertas, apretaban sus nalgas redondas. La tomé por la cintura y le di la vuelta con fuerza, sus ojos ensordecían el lugar y su lengua roja mojaba todo, aun sin ni si quiera tocar nada. 

Acabábamos en lugares distintos, muy alejados de donde comenzábamos. Se estremecía y sonreía, no se si era por placer o porque me quería. Eso se convirtió en mi analogía personal.
Ahora, ya no recuerdo noches como esta, ya ni si quiera recuerdo su rostro, ni los gemidos que me excitaban y aceleraban con movimientos rápidos mi cuerpo. Más fuertes más duros. 
Me restaban solo sensaciones al aire, que a la larga se transformaban en fotografías de figuras borrosas, de recuerdos como bombas molotov, que te explotan en la cara.

Evocaciones como estas, aparecen a veces en noches donde me transformo. De alguna forma, mi cuerpo se convertía en una máquina de tiempo y por aquellos segundos eternos, volvía a estar ahí, con ella.

Ahora me dedico a vagar por las calles, a buscar historias e iluminar a personajes que no logro recordar. Imágenes que tienen un leve desenfoque.
A veces, y solo a veces, la máquina del tiempo aparece frente a mi. Yo solo entro y me dejo llevar a todos los sitios donde me lleve, esta telaraña que es mi memoria. 
Contemplo con ganas  lo que ya no está en el presente, de lo que ya no existe. Mis recuerdos.

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