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No es lo mismo





—Bebé, no te sientas mal, pudo haber sido peor. Me dijo mi abuela cuando le conté que en mi escuela el niño que me gustaba no quiso bailar conmigo.


—¿Cómo podría haber sido peor? le pregunté.
—No bailar contigo era una clara señal de que no te quería ni mucho menos le gustabas.
—Esa respuesta me duele más Abuela. Qué dolor tan grande abuelita, mírame, estoy llorando en vez de ir al río a jugar. No te parece la historia más triste que puede pasarle a una niña de 11 años.

Mi abuela solo me veía mientras terminaba de moler el maíz, lo recogió con calma, como las olas cuando llegan a la orilla, luego lo guardó en un envase y lo dejó en la mesa, después se sentó y me dijo:
—Mijita, la verdad entre más rápido te esteras es mejor. Sino mírame, 40 años a lado de un hombre que nunca me amó, y aunque en el fondo lo sabía, no era la mismo que te diga a los ojos "Ya no te amo" me hubiera liberado hace mucho tiempo de ese sentimiento de culpa por no saber por qué cada noche antes de dormir, se acostaba y dormía tan profundamente, sin ni siquiera darme un beso, o la razón de su falta de interés al verme cada mañana. No, nunca me levantó la mano, siempre fue considerado y me brindaba un poco de tiempo, pero eso siempre se sintió a medias. 

Solo la muerte terminó con esto, tu abuelo fue un buen hombre, pero nunca me amó, entiendes, ahora ya no me duele, claro, pero me hubiese encantado saberlo antes. No es lo mismo llamar al diablo que verlo llegar. 

Ahora ese chico que no quiso bailar contigo, no significa que por eso, dejes de ser lo que eres, una hermosa niña que juega en el río y está en calma y tampoco significa que dejes aún lado tus adorables sentimientos. Al terminar esa frase me miró a los ojos y con sus dedos acarició mi frente y recoge mi cabello hacia un lado. 

Eres una niña inteligente, me dijo, te diste cuenta enseguida, pero debes hacerte más fuerte, y no me refiero a enojarte o tener rencor, hablo de ir a jugar en calma, meterte al río, abrir los ojos y nadar a la superficie. Siempre para arriba.

Después de eso, me fui directo al riachuelo, estuve por horas, mientras hacia un castillo de arena, me lancé al agua y provoqué una leve ola que mojó el castillo e hizo que se escurriera hasta hacerse uno de nuevo con el río, el mensaje no podía estar más claro.

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