“Miren ese globo en el cielo. Es azul. ¿Está subiendo o bajando?
Está bajando.
Baja lento
muy lento.
Demasiado.
Te desesperas,
pero te mantienes quieta, mirando, incrédula aún porque piensas
que está subiendo.
Pero baja. Baja lento muy lento.”
Fragmento de una canción.
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A veces dejo que la tristeza me gane. Me envuelva,
me olvido de
los problemas y me arropo los pies con la tristeza.
¿Has sentido como el miedo entra por los pies?
La tristeza a veces es cálida.
A veces cuando la sientes muy
cerquita te provoca dejarla entrar,
lamerla un poco. Como un gato.
Hay ciertas mañanas que me lavo la cara y siento tan intensamente el agua. Pero solo lo percibo con los ojos
cerrados.
Mira, te invito a que hagas algo, dale, inténtalo, no te demoras.
Ahí donde estés. Cierra los ojos y con tus dedos en forma de rastrillo, pásalos por tu cara, lentamente, con suavidad.
Ahora, haz lo mismo con los ojos
abiertos.
Ves, no es lo mismo.
Me gusta sentir más de la cuenta y se siente mucho más cuando cierras los ojos,
pero cuando los cierro, olvido quién me acompaña, quienes están a mi alrededor.
O realidad estoy en soledad.
O realidad estoy en soledad.
Sigo escarbando estas sensaciones que me atrapan.
Camino para dentro.
Pero hay una tristeza que me vence y no es lo mismo que dejarla
ganar.
Esa tristeza que no puedo dominar. Es esa que no me deja hacer nada.
Que
me tumba a la cama, que no me deja comer.
Que me encierra en una capsula de cristal con un puñado de arena que luego utilizo para contar los días.
No es la tristeza ligera que cargamos.
Es esa tristeza que colgamos casi sin darnos cuenta en nuestra
puerta, esa, que sentimos que nos estremece. Tiene nombre de mujer, tiene ojos y piel.
Muchos amamos su compañía,
pero a veces, noches como esta, usa mi nombre, y ando por la casa, sonámbula.
Voy al balcón, y cuando miro al sol, la estrella me ilumina, se
forma un arcoíris en mi piel.
No te acerques, los arcoíris están hechos para no perderlos de vista, para mirarlos de lejos, para nada más.
La soledad es un color, uno de mis favoritos y en
ocasiones, no me deja abrir los ojos.