Ir al contenido principal

si me duele, escribo

 Reglas para vivir mejor, la última y no menos importante: si ves un gato en la calle, acarícialo, si se deja.




Cuando escribo,  mis amigos, no todos, pero en su mayoría piensan que siempre hablo de mí, cosa que no siempre es cierto, normalmente, tomo personajes que conozco y me inspiro, creo que al escribir en primera persona es un poco confuso, pero me siento cómoda al hacerlo de esa manera. Igual no es que sea un problema que piensen eso, sino más bien es cuando escribo en un tono triste, agradezco la preocupación, pero no, no siempre soy yo.


Hay días en mi vida que pienso más en mi niñez, hay días en cambio que pienso en mi yo del futuro, y otros, muy pocos, pienso solo en mí, como ahora.


Quisiera tener la formula o la receta para vivir mejor, o por lo menos conocer, cómo no caer en vacíos existenciales, que lo único que provocan es pensar en un pasado hiriente y un negro futuro. Cuando esos días llegan empiezo a hablar, hablo primero sola, luego busco a mis amigos (los cuales les mando un abrazo por el aguante) el hablar me ayuda, pero no con todos puedo hablar, hay personas que no me permito contarle mis penas, ¿por qué? no sé, si me pongo a analizarlo, cosa que estoy haciendo en este momento, diría que me siento juzgada o tengo una idea de que los decepcionaré  y eso me hace no contarles, pero por qué? ni idea.


Bueno, si esperaban una historia no la hay, solo la mía de este momento, solo hablo de que la semana pasada fue agotadora, de que vinieron algunas malas noticias, de que pasé un mes lleno de buenas ideas, pero empezó diciembre y solo me siento en pausa, como que estaba enrumbada y ahora ya me estanqué de nuevo.


Sin drama la plena, no estoy tan mal, pero puedo estar peor si se alinean las lunas de Júpiter…


Creo que en mis peores momentos termino con el mismo pensamiento, todo estará bien.

Lo que tenga que llegar para bien llegará, esa persona que debe darte ese abrazo ya mismo lo hará, esa comida que tanto te gusta ya la vas a comer, esa cerveza pendiente, esas risas, esas noches, esa compañía, todo llegará y estaré lista para recibirlo porque si estoy distraída, no notaré lo que estoy esperando. Triste, pero segura que todo pasará. 


Lo que no haces por procrastinar, es lo que quizás deberías hacer por el resto de la vida. Vengan, denme una mano, literalmente, que hoy más que nunca lo necesito. 


Por cierto, empecé a escribir el guion que he tenido hace tanto tiempo en pausa, esa de una pastelera doblemente dulce e ingenua, que hereda el negocio familiar después de la muerte de su madre, a quien admiraba. Te sorprenderá ver a una persona tan alegre y feliz, volverse lentamente triste, pero la muerte no es el fin, ya lo verán.

Ya empecé, aunque tengo otra de un chico cine, pero esa es otra historia :) 


Entradas populares de este blog

Para ti de mi

Hay lugares a los que uno no vuelve, y personas de las que no se regresa.   Está claro que a quien más fallamos es a nosotros mismos. Nos mentimos, procrastinamos, no nos cuidamos, no soportamos la soledad, nos invaden pensamientos obsesivos, no comemos bien, no hacemos ejercicio... y la lista sigue. Cuando era niña, vivía en un lugar que me parecía maravilloso, cerca del río, y tenía un gran amigo: un enorme samán. Disfrutaba del río, de mis momentos de juego en soledad y de regresar justo antes de que anocheciera, cuando comenzaba esa sensación de que alguien te observaba. No tenía más responsabilidades que jugar, hacer tareas y limpiar la casa. Esos eran mis compromisos de niña. Ahora, tengo muchos pendientes. Podría convertirme, sin querer, en un alma en pena, como esas que no cruzan a mejor vida porque no logran resolver sus asuntos terrenales. Podríamos decir que caminamos por la vida como asuntos pendientes, mirando el celular en busca de videos que nos distraigan de lo desa...

Estamos

Estamos destinados a la tristeza, y lo asumo con mucha alegría. Había estado bebiendo, como siempre, sola en mi casa. En ese punto ya me preguntaba si era alcohólica o simplemente infeliz. Me desvié por la infelicidad; creo que es un estado del que cuesta salir. Estaba cansada de tener siempre cosas fugaces en mi vida, como si eso fuera mi única victoria. Estuve un rato observando a una pequeña hormiga tratando de cargar una croqueta tres veces mayor que su cuerpo. Lo logró. Y me pregunté: ¿por qué tienen tanta determinación? Me serví la última copa de mi segunda botella. Malbec, mi uva favorita. Sigo pensando en mi vida mientras la comparo con la hormiga. En mi inmensa humanidad, me gustaría ser tan diminuta como ella… y no solo sentirme así. Estaba por irme a dormir cuando sonó el teléfono. Era Diana, llamando desde España. Eso significaba que salía de una fiesta, porque ya debía ser madrugada allá. Dejé sonar. No contesté. Insistió.  — Hola —Alo, mi amor… pero qué bella voz. No ...

Carlitos

"Cantemos en coro cerca de las nubes, ahora que nadie nos ve" Carlitos se levantaba cada día sin una razón clara. La luz atravesaba las delgadas cortinas de su habitación, hiriéndole apenas los ojos. Durante unos segundos se sentía animado, pero la sensación desaparecía pronto. Se encogía de hombros, se sentaba al borde de la cama y arqueaba la espalda. Buscaba una razón para ponerse en pie, sin encontrar ninguna. Aun así, se levantaba. Ese día, el cielo estaba despejado y las nubes se habían disipado, dejando al firmamento respirar. —Qué laguna titánica la de allá arriba —pensó. Sentirse tan pequeño ante el cielo le recordaba su debilidad. Incluso su nombre, “Carlitos” le sonaba reducido, como si llevara ya una carga encima. Lo llamaban así, por defecto. Por olvido. II Ella trabajaba en el taller de su padre: lavaba autos, desmontaba motores. Su padre había querido un varón, pero nació mujer. No supo qué hacer con eso, así que simplemente le puso el nombre que ya ten...