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Ya no me acuerdo

Mi novio fue feo, sí, feo. 

Uno no se imagina hasta que punto puede ser  prejuiciosa esta sociedad, es más, en este momento imaginas a mi novio, a tu imaginación y semejanza, claro, de lo que tú, como lector consideras, es ser feo.

Por qué digo que mi novio fue feo? ¿ qué importancia tiene eso?  ¿qué quiero conseguir empezando así mi relato? Pues bien, la fealdad como la belleza tienden a confundirse con  la confianza. Está comprobado que una persona "bonita" es más confiable que una persona, no "tan bonita"  por lo que me hace pensar que, si empiezo mi escrito, bloqueando cualquier sensación de confianza, podría tener el lector, una evolución o aceptación de los prejuicios preconcebidos del ser humano sin haber tenido confianza. Porque no lo conociste.

Es incomprensible la necesidad de describir a alguien importante en tu  vida, con una palabra tan desproporcionada, con la fealdad, pero quien soy yo para no ficcionar y arruinar la imagen de esa persona en sus mentes, y quienes son ustedes para no imaginar como ustedes quieran lo que escribo.


Así, su recuerdo empieza de nuevo.




Su rostro no tenia  simetría, ni tampoco espacios armoniosos. Sus ojos eran pequeños y hundidos, su boca sin color y un poco triste. 
Lo amaba, como creo yo, se ama a los 18 años.
—Sigo con la descripción— el color de sus ojos era una mezcla de café con negro que siempre brillaban como farolcitos sin descanso, sus pómulos pronunciados revelaban en su mirada una dureza que no existía en realidad, y sus dientes (que casi no recuerdo) eran perfectos. No quiero sonar fría ni odiosa, pero a veces me parecía desconocerlo, era un poco rarito. 

Recorríamos las mismas calles todas la noches después del trabajo, (trabajábamos juntos), camino a mi casa no decíamos casi nada, a veces, nos tomábamos de las manos, con eso decíamos mucho. 



Él solía abrir la puerta principal con fuerza, ya que  hace algunos días se había atascado el seguro y me era difícil abrirla yo sola. Al entrar, un gato gris nos esperaba en la cocina.


(no supimos de donde apareció aquel gato)  


Él lo acariciaba y el animalito ronroneaba. Ronroneaba de felicidad, no se si por las caricias o por él, ya que conmigo no quería nada. La razón que fuere, el animal se sentía en calma junto a mi novio.



Después de manosear al gris, él encendía la radio y escuchaba Air Supply  por religión. 


Yo, me dejaba caer en el sofá.


Recuerdo que una noche se inclinó a buscar una película por la madrugada. Yo estaba acostada en el sillón con mis piernas junto a la pared mientras  mi cabeza colgaba en dirección al piso. Me rodeaba un panorama algo descuadrado. No encontró ninguna película que no haya visto, se quedó parado por un momento y  luego, miró mis senos blancos que la blusa desabotonada ofrecía. Se me acercó, me dio un beso en medio de ellos y recostó su cabeza junto a la mía. Su aliento  me golpeaba con dulzura, dio una bocanada en forma de suspiro y me besó con fuerza. Fuimos a la cama.

Leía a Borges por la mañana y a veces a Luis Marré, le gustaba que sus escritores sean a la vez  poetas. Este último, lo encantaba, tanto que en madrugadas no escuchaba música como de costumbre, sino mas bien leía, leía y leía hasta quedarse dormido en cualquier rincón de la casa. 



Hace un año, él me había regalado una foto de sí mismo para tenerla de recuerdo cuando  nos distanciábamos. Yo no podía guardarla en mi billetera por su tamaño, así que la usaba como separador de libros, recuerdo esa foto, creo que más que cualquier otro recuerdo de él. Pienso que porque ahí, estaba quieto.

(El hoy del 2008) 
La mañana amaneció radiante y soleada, yo, debajo de mi almohada no quería saber nada del mundo, hace dos meses que me mudé a la ciudad de Manta, en la región costa, él no quiso acompañarme y se quedó del otro lado de las frías montañas. 


hace dos meses que me mudé las llamadas que nos hacíamos desembocaban en peleas, claro, el amor a la distancia a esa edad, pataleaba en compañía de la ilusión absurda que te brindan los 18 años. Así que poco a poco la intensidad subió, las ganas de vernos y la frustración de no conseguirlo, hasta que aquella noche (hoy del año 2008) cuando apagué mi teléfono y me dormí, dormí tan plácidamente que no supe nada más de él. Y así fue. Nunca más me llegaron  noticias nuevas de él. No he sabido nada de él desde la madrugada que,—mientras peleábamos— apagué mi teléfono y lo mandé al diablo.

Aquella madrugada de esa  mañana soleada, él decidió, desaparecer. Me resulta un poco incierto no saber por qué lo hizo, hasta ahora no lo tengo claro, no creo que haya sido mi culpa, (tardé en aceptar esta respuesta) ahora, no recuerdo nada.

Desapareció, pero de aquellos ausentes que sabes en donde encontrarlos, pero que no aceptas que están ahí, rodeados de rosas marchitas o aún peor, de flores artificiales para que dure más el olor.
Recuerdan la foto que me regaló? aquella un día antes de mi partida, se la devolví, ahora el significado es más macabro a mis sentidos, está puesta en su tumba.



Sí, no recuerdo nada de él en vida, creo que inventé recuerdos para conmemorarlo.



La alusión mas significativa que tengo, son las de su muerte y posteriores a esta.



Pero dos cosas si me dejó: 
Ahora no soporto el olor a rosas, es un recuerdo inmediato que me llega sobre la vida y  su aferramiento a todo, y el segundo, es el recuerdo de la puerta principal de aquella casa que nunca mas abrí, ahora cada vez que voy a visitar aquella casa, ya que nunca más se abrió la puerta principal, entro por la ventana de la cocina, esperando que aquel gato gris, me reciba ronroneando.








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