Ahora reflexiono sobre una canción: "Gold". Es hermosa, me gusta, aunque no puedo explicar técnicamente por qué. Simplemente me llena de alegría.Suelo pensar mucho en lo que debo decir, pero nunca logro expresar correctamente mis pensamientos. A veces tengo suerte y me animo a creer que soy capaz de decir exactamente lo que pienso, pero rara vez lo consigo.
Si comprendiéramos que el elemento crucial en la ecuación del lenguaje es el receptor, la historia sería diferente.
Siento más de lo necesario, y en ocasiones debería callarme, tomar un puñado de silencio y esforzarme realmente por pensar bien en lo que quiero decir. Sin embargo, eso no sucede. Todo se vuelve complicado.
Las palabras se entremezclan con las emociones, formando una especie de sopa de letras.
La realidad es que me he convertido en una exageración del sentimiento que experimento al expresarme a través de las letras. Las escribo una a una, luego las comprendo y me digo a mí misma: "Sí, esto es lo que quiero decir". Sin embargo, cuando lo expreso, no suena como esperaba, no tiene la misma resonancia que "Gold". No me refiero solo a la letra, sino al sonido que exactamente transmite esa sensación de f e l i c i d a d.
A pesar de todo, seguiré intentándolo hasta el día en que ya no necesite intentarlo más y pueda expresar lo que realmente quiero decir, como lo hace una canción.