Han pasado tantos años desde el último día que te vi mirando el mar. Lo mirabas como despidiendote, lo mirabas como se mira una flor por la mañana, como se siembra, como se lee el final de un libro, como si ya no quisieras estar ahí. No he comprendido nada de lo que hemos pasado, solo te recuerdo como si ayer fuera 1989, como si no hubiera pasado tanto tiempo, como si aún estuviéramos charlando bajo el enorme samán, observando el vaivén del columpio amaderado, con una larga cuerda desgastada.
No comprendo nada tampoco, nada de nada, como el mar. Me siento y te miro, no me acerco tanto porque me da miedo despertarte de ese trance único en el que estás, aunque me da miedo no solo despertarte, si soy sincera me da miedo que te vayas al darte cuenta de mi presencia, porque no debía estar ahí, ni verte, ni soñarte, como cada mañana te sueño justo unos segundos antes de despertar.
Sigo esperando el día que vuelvas a mí, sigo esperando como el condenado a muerte espera vivir, tengo el tiempo de un preso, tengo las ganas de quedarme parada mirando tu regreso y convertirme en sal si miro hacia atrás.
Si pudiera hablarte te diría que hagamos un trato, que hagamos un acuerdo único y definitivo, solo para darme un poco de aliento, solo para recargarme una unica vez solo por mí y nadie más.
Foto: Arianna Intriago